miércoles, 6 de marzo de 2013

Hasta siempre, comandante…




Se ha dicho y se dirá mucho políticamente, lo que significa y significó Hugo Chávez no sólo para la escena política venezolana sino también para toda Latinoamérica. Abundar en ello sólo nos volverá redundantes. Desde Historia Nacional y Popular queremos e intentamos, como siempre, generar nuevas miradas y aportes para la reflexión.
No vamos a poder cumplir con este cometido. Porque todo Chávez es un personaje original en sí mismo. Sus interminables discursos rescatan, a todo momento algo que nosotros desde este espacio ponderamos como una herramienta de construcción política y que es condición sine qua non para un direccionamiento ideológico nacional y popular: la sensibilidad. Chávez no citaba una canción: la cantaba. No se refería a un poema: lo recitaba. No hablaba de la alegría: la transmitía. Porque la sensibilidad le sudaba por los poros, entonces, se llevaba a las trompadas con el protocolo. Y pintar un retrato de su “amigo Néstor” y entregárselo en una ceremonia a la Presidenta de la Nación Argentina diciéndole “Princesa, mi reina…” y emocionarse hasta las lágrimas y el abrazo en esa entrega… No es para todos. Sólo los líderes con amor hacia su pueblo, hacia su vocación de servicio, son capaces de transmitir la sensibilidad necesaria para que sus políticas se dirijan hacia los marginados, hacia los pobres, hacia los que sufren… Estos líderes de extrema sensibilidad hacia sus pueblos, estos pueblos extremadamente sensibilizados hacia sus líderes, son producto de una determinada ideología, de doctrinas políticas solidarias, de tendencias económicas olvidadas de los números y las estadísticas y basadas en el amor... Por eso, la derecha apenas reemplaza a sus dirigentes; mientras que nosotros, desde el campo nacional y popular, los vemos irremplazables y los lloramos desde lo más profundo porque eso nos inspiran: amor. Porque eso es lo que nos brindan desde lo político. Es el ejemplo de Néstor Kirchner, de Evita, de Perón, del Che, de Sandino, de Emiliano Zapata, de San Martín, de Bolívar y de tantos otros que contemplaron el amor y la solidaridad como estrategia política y herramienta de análisis ideológico.
Estas últimas 24 horas fueron duras para quienes sufrimos la pérdida de un gran líder. Y las sensaciones fueron ambivalentes. Si decidimos calmar las sensaciones para volcarlas en este espacio, fue por lo sucedido en lo cotidiano por cada uno de los que estuvo atento a la información: un pueblo entero movilizado y dolorido por su pérdida. Pero también una horda de salvajes incivilizados celebrando la muerte del enemigo político que en vida no pudieron derrotar ni por las buenas (elecciones) ni por las malas (fallidos golpes de Estado y planes de magnicidio). Cuando me hube calmado de ello, analicé las sensaciones y siempre, en la vida política, me remito a mi Historia. Y sólo pude arribar a una conclusión contundente, definitiva: hace quince años atrás sólo me emocionaba viendo los videos de Evita, escuchando al General y leyendo al Che. Jamás imaginé, en ese entonces, que este momento me encontraría llorando por la muerte de líderes políticos argentinos (Néstor Kirchner) o extranjeros (Chávez) o padeciendo sus infortunios (Lugo, Lula o Khadafi). La conclusión, pues, es que estamos viviendo un momento notable, políticamente hablando. De la desesperanza de fines de siglo XX a la sensibilidad plena podría decirse que hubo siglos de devenir y, sin embargo, en menos de una década la tendencia se revirtió gracias a la acción de estos líderes que transformaron su época renovando la esperanza.
Sólo nos queda seguir su ejemplo, como muchos manifiestan, y apoyar con coherencia los proyectos nacionales y populares de la región, sin olvidar que Chávez fue kirchnerista y Cristina es chavista, como Evo es frenteamplista y así sucesivamente. Porque eso de ser nacional y popular para Venezuela pero en Argentina no porque “no me dejan acceder a los dólares” o “está Monsanto”, es el mismo error cometido por muchos de los que hoy lloran al Comandante y ayer lo cuestionaban por sus ventas de petróleo a Norteamérica. Esas diferencias y particularidades de políticas en las regiones se expresan por sus propias coyunturas y realidades. Pero a la hora de concretar políticas comunes, en la foto, siempre están todos juntos de la mano, como un bloque, olvidando el chiquitaje y luchando por una Latinoamérica unida.
Hasta siempre, Comandante. Vamos a lamentar mucho tu partida. Pero más vamos a celebrar tu presencia, tu paso por esta vida y tu legado.

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