martes, 1 de abril de 2014

El Homo-Face Videns

Uno de los análisis más certeros, a nuestro modesto entender, sobre la influencia de los medios de comunicación en las masas, es el trabajo de Giovanni Sartori intitulado “El homo videns”, cuya principal teoría consiste en determinar que el hombre es esclavo de la imagen. Si lo ve, entonces sucedió. No resiste más análisis que el de explicar lo que se ve porque la contundencia de la imagen es tal, que no hay modo de refutar algo que todo el mundo puede ver.
Claro que de ese modo, nos explica, también sucede que no nos detenemos a pensar cuántos ángulos puede contener esa imagen (puesto que al haber más ángulos hay más miradas y, por lo tanto, más puntos de vista para analizar) ni cuándo comienza o termina realmente esa imagen, ya que una imagen televisiva, fotográfica o del carácter que sea, no es más que un recorte caprichoso de la realidad hecho por quien está mostrando la imagen y decide qué parte mostrar y cuál no.
Entonces el hombre es esclavo de lo que ve, pero peor aún, es esclavo de quien pone en sus retinas lo que debe ver. El recorte de la realidad es desmenuzado con crudeza e inteligencia por Sartori y nos muestra cómo, por ejemplo, los noticieros televisivos redujeron considerablemente las noticias de interés público (política nacional, internacional, economía, sociología, cultura) en favor de las llamadas noticias o notas “de color” o “interés general” (el nacimiento de un oso polar blanco en un zoológico de la India, el niño de 3 años de edad que conoce las capitales de los países del mundo o el asalto de una carnicería en Burzaco).
La capacidad de análisis del ciudadano “informado”, entonces, queda reducida a unos tres o cuatro puntos de interés, delimitados por las cadenas informativas y reducidos más aún por los recortes visuales que hacen de esos mismos informes. El consumidor de noticias cree, así, que sabe manejar todo “lo que hay que saber” pero en realidad está manejando lo que quieren que maneje y está opinando lo que quieren que opine de lo que maneja. O sea que está siendo manipulado no sólo en qué recibe sino en cómo lo recepciona.
El “féis” to “féis”.
Este admirable comunicólogo italiano escribió esta obra maestra que aún goza de absoluta vigencia en los 90, cuando aún no existía este poderoso medio de comunicación y herramienta transmisora de ideología que muchos insisten en mal llamarla “red social”, conocida como Facebook. Y el Facebook tiene un poder comunicacional tanto o más poderoso que un noticiero de televisión. En este medio, uno influye entre los amigos, parientes, colegas, subordinados, etc., o entre los que uno se gana o ganó un respeto determinado a lo largo de toda una vida. Y ello lleva a que lo que uno dice sea tomado con particular interés por quienes nos aprecian, pues esperan que seamos tan dignos o brillantes como en aquella reunión en que hicimos reír a todos o en aquella clase magistral en la que nuestros alumnos aprendieron la materia que enseñamos con tanta pasión. O, simplemente, nos respetan en lo que decimos por el afecto que hemos sabido ganar y construir con nuestro don de gentes. En los 60 y 70, comunicólogos como Daniel Lerner (“Communications systems and social systems”, 1960) o Heriberto Muraro (“El poder de los medios de comunicación de masas”, 1971) insistían en la influencia de los medios de comunicación, pero destacaban más aún el papel “narcotizante” de los medios y el rol de los “líderes de opinión”, personas con contacto fluido y permanente con sus iguales pero con mayor influencia por su ascendencia intelectual, por lo que tenían mayor poder con su entorno que los propios medios. Hoy día, me permito la digresión de llamar a estos “líderes” transmisores, puesto que no producen opinión, sino que la transmiten y la influencia mediática es mayor que la que estas personas tenían antaño.
Pues como afirmamos hace poco (ver “La responsabilidad de los intelectuales”), los generadores de ideología son pocos; la mayoría somos apenas transmisores. Y creemos ser portadores de una ingeniosa ocurrencia que no fue generada más que por alguien que quizás apenas tuvo la capacidad de ensamblar tres ideas masticadas previamente por alguien, dándole forma de “posteo”. Y esas tres ideas a su vez fueron generadas, seguramente, ahí sí, por un intelectual generador de ideología, que puede ser, a su vez, quien la tergiversa con un fin determinado (provocar adhesión o rechazo) para que todo el mundo la repita, creyendo “saber” de lo que está hablando porque se encuentra “informado”. Los ejemplos más claros fueron los dichos de la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner sobre el temor a Dios, a ella y los funcionarios, o el que se le atribuyó respecto a los $4 diarios necesarios para comer, tergiversado el primero desde las esferas más altas del periodismo político de “La Nación” y afirmado el segundo en el dudoso potencial de lo incierto desde los cuadros políticos del Grupo Clarín.
El abrazo del oso
La contundencia de la imagen puede mostrar un recorte sesgado de la realidad, pero no debe tener la potencia para esclavizar el juicio crítico de quien la ve. La imagen debe ser sometida a un juicio crítico y debe establecerse, ante todo, el contexto en que fue tomada e, ineludiblemente, debe ser sometida al análisis comparativo con otras fuentes. Pero jamás debería establecerse la contundencia de la imagen por sí sola, como si fuera ella sola la que nos explica todo.
El ejemplo más popular que se ha visto en estos últimos tiempos fue una foto que circuló masivamente por Facebook, donde se ve a Sergio Baradel, titular de SUTEBA (el sindicato educativo más importante de la provincia de Buenos Aires) fundiéndose en un abrazo cordial con el candidato a presidente para 2015 por el Frente Renovador, Sergio Massa. De allí a explicar el paro docente con una imagen, hay apenas un bostezo provocado por la pereza intelectual de quien no piensa y somete el juicio a la imagen. Entonces surgieron las voces disidentes explicando que la imagen había sido retratada cuando aún ambas figuras formaban parte del Frente Para la Victoria y tantas teorías más. Una vez sellado el acuerdo en la Paritaria Anual Docente que dejó contento a la mitad de la mitad y blasfemando al resto (como siempre sucede), los mismos que condenaron como traidor al titular de SUTEBA por la foto con Massa, explican el grado de kirchnerismo de Baradel con una foto sonriente junto a Nora De Lucía, titular de la cartera de Educación bonaerense. Y quienes agradecían con la primera foto por tener un sindicalista opositor, ahora se lamentan por estar representados por un oficialista al mirar la segunda foto. Las fotos dicen todo. Pero sólo para quien queda esclavo de la imagen. Y no dice demasiado para quien la somete a un severo análisis junto a lecturas, otras fotos, otras imágenes, opiniones de los protagonistas de la foto, una explicación exacta del contexto en que fue tomada, etc.
Es decir, demasiados debates por apenas un par de fotos. Y todos, los de un lado y otro, sometidos a la imagen para explicar y acomodar lo que les parecía que debía decir, según el espacio político que defienda o al que quiera defenestrar. Nada más. Namasté, como suelen decir en Féis y yo repito sin entender muy bien qué quieren decir.
Anival Ramire
También circula en esta “red social” un posteo con la foto de un malandra, blandiendo un arma, escribiendo con faltas de ortografía sobreactuadas y jactándose de lo bien que la pasa gracias a que “la Kristina” le da los planes y él puede dedicarse libremente a su vida de crimen y delito sin tener que preocuparse de que le falte el mango. Y digo que las faltas de ortografía están sobreactuadas pues en mis 18 años de docencia no he visto ni a los más brutos escribir mal su propio nombre. No recuerdo si se llamaba así, pero creo que el apellido debía llevar una “Z” final y el delincuente no la escribió.
Y lo que es peor: no he visto jamás a nadie jactarse de estafar al Estado en la adjudicación de un plan social que no merece, porque autodelatarse lo lleva al simple estadio de la pérdida del beneficio.
Este muchacho, en teoría, escribió todo un manifiesto donde se presenta y dice que cobra planes, que vive más que bien y mucho mejor que quienes trabajan, sólo porque este Gobierno se lo permite. Le permite esto y mucho más: cometer delitos y ser liberado inmediatamente al momento de ser capturado. Cualquier semejanza con cierta derecha exigiendo penas más duras y oponiéndose a la reforma del Código Penal NO es simple coincidencia.
En este caso, la imagen provoca indignación. Pero es acompañada de la palabra. Entonces se supone que el análisis aquí deja menos espacio para la duda. Pero no. Aquí, la palabra, viene tan clara como la inseminación de la Santísima Trinidad en la Ave María Purísima sin pecado concebida. Pero lo más notorio es que la indignación prima sobre la razón y todo el mundo se lanza sobre el teclado a opinar que “¿Viste cómo son estos negros de mierda en cuanto les das algo?”, y cosas por el estilo. Y la espiral crece interminablemente, puesto que un comentario lleva al otro así como una cosa lleva a la otra. Casi nada.
Puestas así las cosas, son muy pocos los que se detienen a pensar y someter a juicio crítico no sólo la imagen; a veces, hasta las palabras. ¿Con qué objeto son escritas? ¿Quién las escribió? ¿Qué ideología tiene quien las escribió? ¿Hacia quién están dirigidas? Y, lo que es más importante aún… ¿Cuál es el efecto que pretenden lograr? En el caso de “Anival Ramire”, no sabemos quién escribió esa carta de presentación. Sí podemos afirmar que el fulano en cuestión no fue, por las razones aducidas previamente y otras tantas más que podríamos agregar (un delincuente prefiere quedar en el anonimato pues si es fácilmente reconocible pierde chances de vivir con éxito de su oficio; una persona que no sabe escribir no pierde tiempo en escribir y menos para autoincriminarse; si quisiera hacer una carta de agradecimiento al Gobierno por los planes sociales omitiría las partes que generarían rechazo; etc.). Sabemos que quien escribió ese posteo es una persona de derecha; y sabemos que el efecto que busca es precisamente el que provoca en cada persona que lo reproduce o lo comenta: reacción e indignación. El enano fascista que todos llevamos dentro sale despedido con una catarata de insultos interminable no sólo hacia el delincuente en cuestión, sino también hacia el Gobierno que, con una medida de carácter progresivo como un plan social, le posibilita vivir rascándose y contemplar el techo sin producir para beneplácito de la ciudadanía, del prójimo, del sistema capitalista y de la sociedad de consumo a la que tanto le debemos.
La Historia en imágenes
El “Che” Guevara con los burócratas stalinistas del Kremlin; Evita con Franco; Hugo Chávez con Barack Obama; o Perón con Pinochet. Son todas fotos e imágenes que se encuentran fácilmente y pueden ser descriptas desde la contundencia de la imagen. Perón fue pinochetista, Evita franquista, el “Che” stalinista y Chávez un traidor a la Patria Grande. Todo eso dicen las imágenes, si queremos que nos lo digan.
La Historia nos enseña que esas imágenes deben ser sometidas a un análisis crítico. Que fueron sacadas en un contexto. Y que desde allí deben ser explicadas. Edward H. Carr, en su maravilloso “¿Qué es la Historia?” nos explica que la Historia no es ni más ni menos que el devenir permanente entre pasado y presente. Que el presente se explica con el pasado y viceversa; y que no hay forma de entender el presente sin el pasado y nuevamente viceversa. Si nos tomamos la atribución de condenar a Perón por ser pinochetista, será inevitable que cuando veamos la foto del diputado con su novia modelo, creamos que está desfilando para un fabricante de corbatas.

El “Che” Guevara, no tenía más remedio que negociar con el Kremlin, pues el bloqueo salvaje sobre Cuba (que hoy persiste, más de 50 años después de su muerte) exigía un punto de apoyo para no someterse al imperialismo norteamericano; Chávez le vendía petróleo a EEUU pues una nación necesita hacer negocios para ingresar divisas en sus arcas; Eva Perón aparece con Francisco Franco por obra y gracia de una generosa donación de su gobierno al pueblo español, que padecía una de las peores crisis económicas de su Historia; y Perón, más allá de esa sonrisa que provoca rechazo en el momento en que le estrecha la mano a Pinochet, lo hace en la asunción del mando como presidente argentino y estrechando la mano del presidente chileno, quien asistió a la ceremonia de asunción y a quien, por protocolo, hay que recibir y saludar. Es decir, todo se explica. Al menos desde MI óptica. Hay quien dirá que Perón estaba pergeñando el plan de exterminio junto a Pinochet con sólo mirar la foto. Hay quien dirá que Evita y el Che se unen más allá de la ópera prima y participan ambos de dictaduras genocidas como cómplices complacientes. Y también hay quien dirá que Chávez fue un bocón que hablaba contra los yanquis mientras hacía negocios amistosamente y les vendía petróleo. Todo es posible. Lo cierto es que cada explicación merece un argumento que la avale. Si no, es simple repitencia. Como el “féis”. Como la vida misma.

2 comentarios:

  1. Excelente! "todo se explica..." pero en estos tiempos falta escucha; no se puede esgrimir ni el primer argumento, aún así, sigo creyendo... en la tierra fértil del aula, del pensar! "Todo es posible (...) si no, es simple repitencia"

    ResponderEliminar
  2. Ale, te paso un link de una nota que no se si es a la que te referís en el comentario pero solo por si sirve para aportar algo de una nota que circula por face. la nota esa fue primero realizada en Uruguay y ahora se tomaron por lo menos el trabajo de modificarla un poco ya que los errores eran groceros, como para agiornarla a Argentina y que parezca que es de aca. Te paso un link que me gustarìa que vieras de esa nota en donde se aclaran todas las mentiras que en ella se publican http://www.taringa.net/posts/info/12294246/Desmintiendo-la-famosa-carta-del-Cholo-Tolosa-Cu.html

    un abrazo Germán

    ResponderEliminar